Amoníaco como combustible para buques más limpios
El amoníaco, también llamado gas de amonio o formulado como trihidruro de nitrógeno, es un compuesto químico que habitualmente relacionamos con la limpieza por su potente poder desengrasante. Sin embargo, sus peculiares características sitúan al amoníaco como un potencial combustible eficiente para buques y embarcaciones, aunque a día de hoy sigue siendo testeado por investigadores de navieras alrededor del mundo.
El papel del sector marítimo en la transición energética
La creciente preocupación por el avance del cambio climático afecta ya a todas las industrias. Mientras que buena parte de grupos ecologistas consideran el famoso Acuerdo de París contra el calentamiento global como insuficiente, mucho sectores están viviendo una transición energética sin precedentes.
La Organización Marítima Internacional (OMI) adoptó en 2018 dos medidas obligatorias para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) procedentes de los buques, en virtud del tratado para prevenir la contaminación del mar (Convenio MARPOL): el índice de eficiencia energética de proyecto (EEDI), de carácter obligatorio para los buques nuevos y el Plan de gestión de la eficiencia energética del buque (SEEMP).
Con todo ello, la OMI declara que la implementación de nuevos biocombustibles o fuentes de energía alternativos, fase que actualmente se encuentra en plena investigación, es un paso clave para reducir las emisiones de GEI del transporte marítimo internacional.
Buques sin emisiones gracias al amoníaco
El amoníaco ha sido reconocido como uno de los posibles combustibles del futuro para el transporte marítimo, junto con el biodiésel, el hidrógeno y el bioetanol, todos ellos neutros en carbono.
Según los investigadores, el uso de amoníaco como combustible para buques es ambientalmente viable y, además, no requiere de un alto nivel de experiencia técnica para su uso como energía renovable en comparación con otras alternativas.
Con la combustión de amoníaco puro, de igual forma que sucede con la generación de energía eléctrico en una pila de combustible de hidrógeno, las emisiones se limitan a los vapores de agua y aire caliente en ambos casos, aunque el amoníaco presente varias ventajas con respecto al hidrógeno; no es explosivo, tiene una densidad de energía volumétrico más alta y es significativamente más fácil de licuar para su almacenamiento y transporte, convirtiéndolo en una alternativa más rentable.
Proyecto ShipFC, primera prueba de fuego
El proyecto ShipFC, que recibió apoyo financiero con 10 millones de euros procedentes de la UE, tiene como misión instalar la primera pila de combustible basada en amoníaco en un buque. Coordinado por la organización noruega NCE Maritime CleanTech, el proyecto consiste en transformar un buque off-shore, el Viking Energy, instalando una gran pila de combustible de amoníaco de 2 MW, lo que debería permitir al buque navegar durante 3.000 horas anuales.
Otros combustibles alternativos para motores marinos
La introducción de otros combustibles y/o fuentes de energía alternativos para el transporte marítimo internacional será fundamental para cumplir con las ambiciones de la OMI en materia de emisiones.
Además del amoníaco, otros combustibles alternativos como el metano sintético el hidrógeno y el metanol podrían ser considerados para mejorar la eficiencia energética de los buques. Es importante recordar que los motores de combustión interna pueden adaptarse para quemar cualquier combustible. Los motores duales o de encendido por chispa pueden usar gas natural licuado (GNL) procedente de fuentes fósiles, biomasa o sintético, mientras que los motores diésel pueden funcionar con biocombustibles líquidos, biodiésel o diesel sintético.
Esto es algo tremendamente positivo, pues la modularidad de los motores modernos permite que las conversiones para el uso de cada combustible pueden llevarse a cabo con intercambio de pocas piezas. Esto facilita de forma considerable la transición energética del transporte marítimo desde los combustibles fósiles convencionales a los biocombustibles y sintéticos.